La vida en un hilo de Edgar Neville

Las grandes decisiones de la vida solemos meditarlas, bueno suele ser lo normal, a veces siempre es mejor dejarse llevar por la inercia o por la intuición, pero sí, en mayor o menor profundidad tomamos decisiones después de pensarlas. Qué estudiar, dónde vivir, en qué trabajar, si esto se puede elegir, si te casas o no, si tienes hijos etc. Todas son importantes y las pensamos cien veces antes de decidir. Sin embargo en los pequeños asuntos apenas si ponemos atención.  En aquellos hechos que ni dimos importancia, ni tan siquiera recordamos, cuántas posibilidades tuvimos y que en definitiva son vidas que nunca viviremos, que nunca sabremos qué hubiese sucedido de tomar este camino en lugar del otro, si en vez de dejarnos atrapar por un amor, hubiésemos seguido con aquella chica a la que despreciamos o simplemente no hicimos caso, qué hubiese pasado si nos hubiésemos lanzado con valentía por aquella chica rubia que se nos cruzó un día en el metro y a la que despedimos sin atrevernos a invitarla, y que aún nos cautiva su recuerdo, qué hubiese sido de nuestra vida si hubiésemos dado todas aquellas oportunidades, qué sería de nuestra vida si aceptásemos el reto de vivir todas esas vidas que a veces nos asaltan como una continua tentación.Cuando subo a un tren miro siempre en el andén por si alguna pitonisa anda por ahí, me gustaría que también me contase el pasado que hubiese sido posible, aunque sólo sea por curiosidad. El azar siempre juega con nuestras vidas, y no sé porqué me da la impresión que es una partida que siempre acabamos perdiendo, o tal vez no. Maldito azar.

La vida de las personas, como el alma, está en un hilo; casi siempre se puede decir que depende del azar, y a todos nos llega un momento en que debemos dudar entre dos caminos : no sabemos cuál es el que vamos a seguir, cuál es el que nos conviene más, hasta que escogemos uno.

 

Siempre he sentido una gran simpatía por esta película. Desde la primera vez que la vi hace ya bastante tiempo. No sé si es la mejor o no de Edgar Neville, pero es la que más me gusta, más que La Torre de los siete jorobadoso Domingo de carnaval. Tal vez sea porque hay dos aspectos en esta película que siempre me atrajeron. Por una parte el tema que informa toda la película, el azar en nuestras vidas y por otro la visión del mundo y de la sociedad tan característica en eso que se ha venido denominando la otra generación del 27, los humoristas, Jardiel, Neville, Tono, Mihura, López Rubio. 

La historia es sencilla, Mercedes ( Conchita Montes ) acaba de quedarse viuda y viaja con un espantoso reloj de su marido hacia Madrid, en el tren se encuentra con Madame DuPont ( Julia Lajos ), pitonisa de circo que no adivina el futuro, como sería lo normal, sino el pasado que podría haber sido, el pasado que por azar se ha desechado. Se alterna así la vida real de Mercedes con la que pudo haber sido de elegir adecuadamente en esa encrucijada de la vida. Mercedes sale de una floristería, llueve, Miguel ( Rafael Durán ) le ofrece un taxi pero le rechaza, a continuación sale Ramón  ( Guillermo Marín ) y le hace el mismo ofrecimiento, que Mercedes esta vez sí acepta. El resultado es que acaba casándose con Ramón, un pelmazo, cursi,  sin sentido del humor, ni gracia y aburridísimo, que la lleva a vivir a una casa horrible  con unas tias también pelmazas en una ciudad del norte. La vida con Miguel hubiese sido diferente, escultor,  hombre de buen humor y talante abierto que la hubiese hecho feliz.

   El azar . Neville trata en esta película el tema del azar como componente fundamental de nuestras vidas. Pero no el azar en las grandes decisiones, sino el azar en lo cotidiano. Cierto que,  vivir es elegir, y para las grandes elecciones, qué estudiar, en qué trabajar, dónde vivir etc, estamos preparados. El problema son las pequeñas decisiones de las que  nunca nos acordaremos y que sin embargo pueden marcar nuestras vidas. Ir una noche a un bar de copas u a otro, ir a este u otro cine, elegir a esa chica o a esta otra y no fijarnos en la que estaba al lado y que tal vez era la más adecuada, rechazar una invitación, despreciar a este o a ese por prejuicios etc, puede ser algo esencial en nuestra vida. Mercedes no recuerda la escena de la floristería, no recuerda que Miguel le ofreciese su taxi, sin embargo ese momento, tan nimio en apariencia, fue esencial en su vida, fue esa encrucijada que nos va a cambiar para siempre.

Lo cursi. En cierta medida esta generación fue despreciada o menospreciada muchas veces por su adscripción política, cierto que todos ellos estuvieron en el bando franquistaNeville, Mihura y Tono, en tareas de propaganda. Pero También es cierto que su manera de vivir no encajaba con un régimen de beatas, tipos serios, militares, en un clima de sacristía y cursilería que les repateaba. Neville abominó durante toda su vida de esa España pequeña, chata, paleta y cursi que vivió. Conocedor de Hollywood, amigo de Chaplin, con quien trabajó, escritor vanguardista, frecuentador de las tertulia de Pombo, discípulo de Ramón Gómez dela Serna y de José Ortega y Gasset, Neville era eso que se llamaba un bont vivant, que había asimilado todo el espíritu moderno de las primeras vanguardias.

 Esta película enfrenta a esos dos tipos de sociedad, esas dos visiones del mundo. Una la de Ramón, el marido de Mercedes, un tipo pelmazo, convencional, trabajador, sin gracia y sin sentido del humor. Un tipo que se casa con un horrible uniforme que le hace parecer un chofer, un tipo meticuloso, disciplinado, rutinario y monótono. Ramón vive en una pequeña ciudad del norte, dueño de una fábrica e ingeniero de caminos, canales y puertos. Todo en él es aburrido y de mal gusto. Una casa con muebles oscuros, con cuadros de antepasados que meten miedo, con unas tías convencionales, chismosas  que juzgan a la gente según criterios morales estrechos y sectarios. Unos amigos espantosos con reuniones dominicales con piano y niña cantante. Mercedes una mujer moderna y alegre pronto acabará asfixiada en ese ambiente.

Miguel por el contrario es un escultor, alegre, con sentido del humor, que ve la vida siempre con optimismo, que acepta a los pesados y pueblerinos de los clientes con el mejor talante, que no da importancia a las pequeñas sandeces del mundo, que admira a la mujer por lo que es y comprende su naturaleza. Es generoso y amable, hasta el punto de vender su preciado Greco para comprar un abrigo de pieles a Mercedes. Con él todo se vuelve siempre una experiencia divertida y positiva.

Neville apostó mucho por esta película. Rechazó la producción extraña asumiéndola él mismo convencido del éxito. El tema era atractivo y el guión era bueno. Neville supo estructurar acertadamente la película y supo alternar las dos historias acertadamente introducción al personaje de Madame DuPont como narradora junto con Mercedes en ese viaje en tren. Sin embargo fue un rotundo fracaso. No podía ser menos,la España de Franco era la España de Ramón,la España de los pelmazos, de los cursis, de las beatas, de las tías pesadas,la España de los bienpensantes y de los hombres sensatos y de las mujeres decentes que nunca viajarían en un tren con una pitonisa de circo.

No voy a ir al extremo de decir que La vida en un hiloes una película antifranquista, pero sí que su visión del mundo encajaba mal en aquella España. Hace algunos años visité el Palacio del Pardo, se conserva el dormitorio y el despacho del general Franco, debo decir que al ver aquella espantosa decoración de mal gusto no pude por menos que pensar en la casa del pelmazo de Ramón.

Mención aparte merecen los intérpretes de la película, el cine español ha gozado siempre de magníficos actores, especialmente de secundarios que de haber estado en Hollywood hubiesen triunfado plenamente.  Conchita Montes, Miguel Durán o Guillermo Marín bordan sus papeles, crean esos tipos con naturalidad. Guillermo Marín en su interpretación del pelmazo de Ramón lejos de caer en la tentación de crear un estereotipo acartonado crea un personaje totalmente creible y desgraciadamente reconocible. Mención especial merece también Julia Lajos, estupenda secundaria, con una voz chillona muy especial y que trabajó con Neville en algunas de sus películas bordando siempre sus papeles.

Miguel Durán es uno de los grandes actores de la época, sus películas El clavo, Eloisa está debajo de un almendro o El destino se disculpa  le llevarían a lo más alto del estrellato cinematográfico español de aquellos momentos. Un gran actor que hace esa especie de alter ego del propio Neville.

Cuando iba al colegio y de pequeños en cuadrilla haciamos el cafre por la calle había una señora de voz algo chillona, alta, excelentemente vestida que siempre nos reñía y nos llamaba bárbaros y salvajes, para nosotros era la señora chillona, con los años aquella señora chillona  descubrimos que no era otra que Conchita Montes que vivía ahí junto a la Castellana y que se tropezaba con aquellos bárbaros que la importunaban. Siempre me ha parecido una excelente actriz, una de esas actrices que dejan sus sello personal en cada uno de sus papeles.  Compañera de Neville hasta el último momento, protagonista de casi todas sus películas, mujer culta, inteligente, que seguramente tuvo la desgracia, como tantos hombres y mujeres de talento, de nacer en una época difícil y en un país complicado.

Ficha técnica :

Guión y dirección Edgar Neville

Año de producción : 1945

Protagonizada por Conchita Montes, Guillermo Marín, Rafael Durán, Julia Lajos.

En los años cincuenta se estrenó una versión teatral del propio Neville de esta comedia.

Un comentario

  1. Javier, envidia eterna por haber sido llamado «salvaje» y «bárbaro» por Conchita Montes. Enhorabuena por tu artículo; llego casualmente a él buscando referencias sobre Neville después de volver a disfrutar otra de sus obras maestras con la incomparable Conchita, «Domingo de carnaval» (también he leído tu texto sobre ella). Un saludo cordial.

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